sábado, 16 de febrero de 2008

Mis 8 discos de los 80 (parte 2)

The Cure "Pornography" (1982)

¿Alguna vez te has sentido sucio? Quiero decir, ¿sucio en el sentido espiritual de la palabra? Pues si te gusta revolcarte en el barro de vez en cuando, Pornography debería ser uno de tus discos de cabecera. No es un disco que deje indiferente, y la prueba es que en su día la crítica lo puso a parir y que muchos fans de The Cure continúan pensando que es el mejor disco, no ya de la famosa "trilogía siniestra", sino de toda su discografía. Acérrimos defensores y detractores. Una genialidad y una estafa. "Pornography" tiene un sonido denso, magmático, "guarro", que contrasta mucho con el sonido más atmosférico y limpio de las dos anteriores entregas de la trilogía formada junto con "17 seconds" (1980) y "Faith" (1981). Quizás la producción sea excesiva, por ejemplo en el abuso del efecto "eco" (pero quizás sea ahí donde esté la gracia del disco, sólo hace falta ver la inquietantísima foto borrosa de la portada, donde distinguimos a los tres miembros de The Cure con la cara cubierta tras una careta, mascarada macabra que nos haría pensar en la "Matanza de Texas" si no fuera porque el disco tiene otros referentes completamente diferentes).

El disco tiene un arranque abrupto con "100 years", quizás lo que más se parezca a un single potencial del disco (a pesar de que el single extraído fue la apocalíptica "the hanging garden"). Pero el núcleo duro del disco empieza con la segunda canción, "A short term effect", y las 4 posteriores. Yo muchas veces me pongo las 5 seguidas y realmente, atrapa. Eso sí, no es un disco de los que entran a la primera. Pero es un disco rexona: "no te abandona". El clímax llega con la tríada de canciones "Siamese twins"-"The Figurehead"-"A strange day". Peazo trío. Realmente todo lo que hoy en día reconocemos como "marca de la casa" de lo "siniestro" está contenido en estas tres canciones. Predominan las guitarras afiladas, que contrastan con unas melodías melancólicas que aparecen enterradas bajo un "muro de sonido", sin olvidar la fuerte presencia de la percusión en todo el disco, un bajo y batería gruesos, primitivos, casi tribales, orgánicos, a contra corriente de la moda sintética y ligera de la época. Para finalizar el álbum, tenemos las dos canciones con un tratamiento sonoro más radical, quizás demasiado y todo: "Cold", dominada por un órgano mortuorio, cosa que la haga quizás demasiado obvia y démodé, y, sobre todo, "Pornography", sus atmósferas y su genial uso del sampler, la batería al estilo "me estoy cayendo por unas escaleras" y una base magmática de guitarras abrasivas.

¿Y las letras? Fantasías de muerte, destrucción, sexo y violencia emocional en un disco que sus autores compusieron y ejecutaron completamente pasados de drogas. Pero es que esto es mucho más que un "walk donde the wild side" à la The Cure. Primero, porque es difícil superar la belleza de las letras de "siamese twins" o "the figurehead" y, segundo, porque yo me inclino más por ver al disco como una especie de terapia de shock para Robert Smith, quien no se atrevió a realizar la verdadera secuela de este álbum hasta 7 años más tarde, con "Disintegration". Al fin y al cabo, Robert podría haber sido un mártir del rock más, como Ian Curtis y, de hecho, la influencia de Joy Division planea en todo el disco. Pero el mismo Robert nos avisa en los versos que cierran el álbum, cual "drama queen", que renacerá de las cenizas como el ave fenix: "I must fight this sickness, find a cure". Así pues, Robert Smith nos hartaría con canciones pop azucaradas durante los 5 años siguientes, y que conste que a mí me encanta el pop y las canciones que salen en anuncios de yogures.

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